
La primera señal que se tiene de la existencia de la vid es de cinco mil años a.n.e., en el Cáucaso, más concretamente en la localidad de Chokn, donde se han encontrado pepitas de uva, sin saber si son silvestres o cultivadas.
La primera existencia documentada sobre la presencia en la tierra del vino nos sitúa en el año tres mil doscientos a.n.e. entre los ríos Tigris y Eufrates donde se encuentran las ciudades de Nipur, Babilonia, Ur, Kish, Endú, Susa y Lagash todas en territorio de Mesopotamia, siendo en esa época la cerveza obtenida de cereales y el vino de dátiles las bebidas con alcohol más frecuentadas. Es en el año dos mil quinientos a.n.e. cuando se conoce el cultivo de la vid bajo la palabra Gesh-tin traducida al castellano como árbol de la vida, viña o uva, en esos tiempos el vino se transportaba en ánforas de barro de unos diez litros y era considerado un lujo poder degustarlo y ya era clasificado según su edad como vino joven o viejo, según su carácter como ordinario o de calidad, según su sabor como amargo, fuerte, dulce o muy dulce, según las uvas cultivadas en su elaboración como tinto o claro y según la zona en la que había sido elaborado, entre Siria y Armenia destacando , Hilbunu, Karkemish, Inzalla, Arabânu y Simir.
En el año 870 a.n.e. Ashshur-Nasir-Apal II, rey de Asiria al convertir Nimrod en la capital del reino organizo una celebración con sesenta y nueve mil quinientos asistentes en la que se estima que se consumieron unos cien mil litros de vino.
De Siria y Armenia el cultivo de la vid se expandió a la costa de Canaán (1), realizándose una gran productividad en la elaboración de vino en la región, posteriormente se expandió a través de los fenicios por el mediterráneo llegando en primer lugar a Egipto para extenderse a Turquía y luego a Grecia, Italia, norte de Marruecos, Túnez, España y Francia, aunque hay indicios de que fueron los iberos y celtas los primeros en cultivar la vid en la Península Ibérica, siendo afianzado por los fenicios que dieron al vino un impulso comercial.
En el año 717 a.n.e. se vendimiaba y se pisaba la uva para extraer el mosto, se prensaba y el mosto obtenido, se fermentaba en depósitos de pequeña capacidad abiertos por su parte superior, luego se filtraba con una tela y se envasaba en ánforas recubiertas interiormente con resina y tapadas con barro.
Los hebreos enseñaron a los fenicios a cultivar la vid y los fenicios enseñaron a los griegos quienes desarrollaron la viticultura ordenando y emparrando los viñedos así como cuidando con esmero la tierra llegando a tener una vitivinicultura de gran crecimiento. Generalmente el vino elaborado era tinto aunque no se fermentaba la uva con los hollejos por lo que podemos considerar que los vinos elaborados eran más bien rosados.
Con el imperio romano que tuvo lugar en el año veintisiete a.n.e. hasta el año cuatrocientos setenta y seis de n.e.. la cultura del vino que habían aprendido de los griegos se expandió hasta la Península Ibérica, Bélgica, Suiza, Paises Bajos, Alemania e Inglaterra. Fué en la Galia en donde los romanos descubrieron las cubas de madera (que los celtas empleaban para almacenar y transportar cerveza) como medio de conservación y transporte del vino.
Existian importantes tratados sobre agricultura, destacando la figura de Lucius Junius Moderatus Columella, nacido en Cadiz, fue tribuno laticlavius en Syria en el año treinta y cinco de n.e. y tras adquirir los conocimientos de agricultura de la mano de su tío Marco Columella escribio varias obras como De re rustica (Los trabajos del campo), De arboribus (Libro de los árboles), realizando importantes trabajos sobre viticultura.
(1) Corresponde actualmente con los territorios de Palestina (Franja de Gaza y Cisjordania), la zona occidental de Jordania y algunas partes de Siria, de Líbano y de Israel.